Las galletas son ese chuhce que a los humanos les encanta darnos, el mimo antes de irnos a dormir.

Podemos comer una galleta todos los días, pero la galleta tiene que ser sana.

Hay muchas galletas a la venta en las tiendas y desgraciadamente no todas son sanas, puedo decir que hay galletas con yogur, nosotros no comemos yogures, así que no tiene sentido comer galletas con yogur.

También hay galletas con zanahorias u otras verduras, que podemos comer, pero no todos los días, porque los  vegetales no son para comerlas todos los días.

Y aquí es donde la cosa se pone difícil, nos quieren dar una galleta al día y no pueden porque no todas son buenas, así que ¿cómo lo hacemos?

Sencillo, como dije en la parte del pienso (¿recuerdas? ¿No? Mira aquí), lo importante es aprender a leer la letra pequeña, la base de las galletas siempre debe ser heno, este debe ir primero o al menos estar en los 3 primeros, luego comprobar si no hay productos extraños para nosotros, como yogur, semillas o granos, aceite de oliva o aceites de otras cosas extrañas, cenizas, sal, colorantes, esos ingredientes que no sirven para nada, y al final solo nos harán daño.

Sé que a veces es difícil encontrar buenas galletas o son muy caras, y peor aún cuando todo el mundo dice que esas son las buenas, no os dejéis engañar, ninguna marca dirá que su producto no es bueno, incluso puede ser una galleta de huesos y huevos, la marca siempre dirá que su producto es premium y el mejor que hay.  

Así que después de hablar con la abuela Mémé sobre las hierbas, hablé con mi mamá y le pedí algunas de sus deliciosas y súper sanas recetas que solía hacer para mí y mis hermanos, dejaré aquí algunas recetas ( si quieres en mi tienda tengo galletas saludables para tu conejito que puedes ver aquí), pero como ella dice el ingrediente principal es el amor, luego buenos productos, sin químicos, todo natural y orgánico y siempre hacerlo con una sonrisa.